Dormir mal o menos de 6 horas al día aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad del corazón
El colesterol alto, la hipertensión, la falta de ejercicio o la obesidad son factores de riesgo cardiovascular, pero no solo: un nuevo estudio señala que dormir menos de seis horas al día y/o hacerlo de manera discontinua o superficial implica también mayor peligro de enfermedad del corazón.
Esta es la principal conclusión de una investigación liderada por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), que ha analizado el sueño a una población homogénea de 3.974 personas con una edad media de 46 años y que nunca han padecido un evento cardíaco.
El trabajo, en el que el 60% de los participantes fueron hombres, apunta que las personas que duermen menos de seis horas por la noche pueden tener un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en comparación con aquellas que lo hacen entre siete y ocho horas. Y también las que duermen mal, es decir, aquellas que se despiertan en varias ocasiones durante la noche -sueño superficial-.
Los resultados se publican en The Journal of the American College of Cardiology (JACC) y añaden «una alarma más» a los ya conocidos factores de riesgo de este tipo de enfermedades, resume el director general del CNIC, Valentín Fuster, quien recuerda que «lo ideal es no despertarse por la noche y dormir siete u ocho horas».
El trabajo en concreto señala que la falta de sueño y/o su mala calidad eleva el riesgo de aterosclerosis, la acumulación de placas en las arterias de todo el cuerpo, aunque no explica el mecanismo exacto implicado -próximas investigaciones ahondarán en este sentido-.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores colocaron durante siete días un pequeño dispositivo, llamado actígrafo, en la cintura de los 3.974 participantes para medir de forma continua la actividad o el movimiento y por lo tanto las características del sueño, además de su duración. Dividieron a la población en cuatro grupos: los que dormían menos de seis horas; de seis a siete horas; de siete a ocho horas; y los que dormían más de ocho horas. Los participantes se sometieron además a ecografías cardíacas en 3D y tomografías computarizadas para detectar la presencia de enfermedades cardíacas.
Así, el estudio descubrió que los participantes que dormían menos de seis horas tenían un 27% más de probabilidades de tener aterosclerosis en todo el organismo, en comparación con los que lo hacían de siete a ocho horas. Además, aquellos que tenían mala calidad de sueño -con independencia de la duración- tenían un 34% más de probabilidades de acumular placas en las arterias de todo el cuerpo (la calidad se mide por la frecuencia con la que uno se despierta o la repetición de movimientos).
El sueño excesivo tampoco es bueno
Si bien el número de participantes que durmieron más de ocho horas fue pequeño, el estudio también sugiere que el sueño excesivo puede estar asociado con un mayor riesgo de aterosclerosis, especialmente en mujeres, aunque aún es pronto para sacar conclusiones, advierten desde el CNIC.
Estudios previos ya habían demostrado que la falta de sueño aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular al incrementar los factores de riesgo vinculados a esta enfermedad, como los niveles de glucosa, la presión arterial, la inflamación y la obesidad.
Pero este trabajo va más allá al cuantificar las horas y medir la fragmentación o calidad del sueño, afirma Fuster, y lo hace gracias a tecnología puntera y a su aplicación en la citada población homogénea, con una media de edad de 46 años, que es cuando podría empezar a desarrollarse la enfermedad cardíaca.
Se trata de medir la enfermedad en sus inicios y el sueño es «una alarma como cualquiera de los otros factores de riesgo», indica a Efe el cardiólogo español, quien recuerda que los factores de riesgo hay que estudiarlos en su conjunto.
Fernando Domínguez, primer autor del artículo, resume en una nota del CNIC: hemos visto que los participantes que dormían menos de seis horas al día o tenían un sueño muy fragmentado y de mala calidad tenían más placas de colesterol, «por lo que la duración y calidad del sueño son de vital importancia para la salud cardiovascular».
En este sentido, otro de los firmantes, José M. Ordovás, investigador del CNIC y director de Nutrición y Genómica en el Centro de Investigación de Nutrición sobre el Envejecimiento Jean Mayer Human-USDA en la Universidad de Tufts (EE UU), coincide en que los resultados de este nuevo estudio enfatizan que hay que incluir al sueño como una herramienta más para combatir las enfermedades cardiovasculares. Esta investigación se ha hecho en colaboración con el Banco Santander, dentro del Estudio PESA CNIC-Santander.