Murió el seguro
El Instituto Dominicano de Seguros Sociales colapsó debido a la voracidad de los políticos. Por decenas de años, se dejó abandonada esta institución especializada en asistencia a los trabajadores, mientras la nómina se llenaba de activistas partidistas.
No fracasó el seguro social, sino los políticos que se lo comieron. Fue una conquista de los trabajadores que no se pudo mantener, y que hoy deja más desamparada a la masa de los que venden su fuerza de trabajo.
En vez de desmantelarlo, al seguro social había que darle nueva vida. Hoy existe el seguro de SENASA, y decenas de aseguradoras privadas, pero al instrumento ideal, el IDSS, se le puso el cuello en la guillotina.
Somos realistas, en los últimos quince años el seguro social era una carga. Había que subvencionarlo, los hospitales se caían a pedazo y prácticamente ya no ofrecía ningún tipo de asistencia, ni ayuda, ni allí se hacía nada de importancia.
Varios sindicatos piden respeto y protección para sus empleados que rondan en unos tres mil. Creo que a los que no son botellas, y se determine que desempeñan una función determinada, se les debe dar asistencia. A los demás, dejarlos en el aire.
Recuerdo que en su época el hospital Salvador B. Gautier llegó a ser el mejor centro hospitalario dominicano. Inclusive, constantemente había conferencias, y recibía la visita de eminencias de la medicina. El dinero que dejaban los empleados y obreros en el pago de sus cotizaciones, no pudo salvar al hospital.
Nadie trató de darle respiración artificial al seguro social. Cuando se vio que era un elefante moribundo se le uso para tratar de colocar botellas, que por la razón del abandono, no tendrían ni siquiera la obligación de ir a laboral.
Por ley, ya no existe el seguro social. No es un fuerte golpe para los trabajadores, ya que era una institución nati muerta desde hace muchos años. El daño fue hecho desde hace 20 años, y hoy el sector privado del área del seguro es el que saca beneficios.
Tenemos la inquietud de que el seguro SENASA, como consta en la ley de disolución, pueda atender todos los casos de los obreros y pensionados, que de hecho en su mayor parte ya habían dejado de recibir asistencia del IDSS. Se le echa la palada de tierra a un cadáver que estaba putrefacto.
Hay que proteger a los trabajadores de más de 20 años del seguro social. Se les debe dar su pensión por el ministerio de Finanzas. Con la atrasada metodología de trabajo que había allí, es difícil poder colocar este personal en instituciones con líneas puntales para desarrollar las labores del día a día.
Lo lamentable no es que hoy muriera el seguro social, sino que a alguien no tomara la iniciativa de enterrarlo hace 20 años. De esa forma se hubiera evitado pagar millones de pesos en salarios-botellas, y su otrora magnifica red hospitalaria se hubiera salvado. Tierra al muerto, y protección a los trabajadores. ¡Ay!, se me acabó la tinta.