Otra cumbre borrascosa
Desde que me inicié en el periodismo he cubierto (término profesional para decir que se buscan noticias de un evento) cumbres de presidentes, de empresarios de primer nivel y del liderazgo político nacional e internacional. Lo único claro de cada uno de esos encuentros, es que no han conducido a nada.
Se habla mucho sobre la importancia de estas altas reuniones, se escribe una declaración de principios, y después todo es el olvido. Ningún tema aprobado en una cumbre continental se puede reseñar que se ha cumplido. Es mucha retórica, pero no más de ahí.
Sin embargo, es positivo que el liderazgo nacional o continental mantenga el diálogo, la concertación, los encuentros. Los seres humanos siempre deben mantener la acción verbal en pie. Si se cruzan de brazos y se dan las espaldas, entonces viviríamos en la barbarie. Lo que no puede haber es esperanzas en esas cumbres, porque casi siempre defraudan la posibilidad de realizaciones tangibles.
Hacen denuncias precisas, pero escurren el bulto cuando se trata de aplicar correctivos y señalar culpabilidades. Lo malo de la retórica hueca, es que llama la atención y hace estremecer auditorios, pero no da el siguiente paso para convertir los enunciados en realidad.
El recién finalizado Encuentro Empresarial Iberoamericano, celebrado en Antigua, Guatemala, se inscribe dentro de esa retórica perdida. Dice una de sus conclusiones que es urgente recobrar la confianza de la ciudadanía en la clase política y las instituciones. Es cierto, pero muchos de los que firman esa declaración han sido culpables y compromisarios en multiplicar los graves males que tiene nuestra sociedad.
No hay confianza en los políticos porque muchos desde el gobierno se han olvidado del pueblo que los llevó al mando, y aparte de eso gobiernan para grupos específicos y no para la gran mayoría, también se han enriquecido, algunos de ellos en forma fraudulenta. Los que han contribuido al descrédito del sistema político, y que las grandes masas le hayan perdido el respeto, porque solo ven que las utilizan con propósitos electorales.
Los que tienen el mando en sus manos, y que han estado de espaldas a una política de concertación y de inclusión, dicen ahora que hay que promover una estabilidad que estimule la economía y apuntale el desarrollo regional. No son los pueblos que han fracaso sino sus males gobernantes.
Hablan ahora estos representantes continentales, incluyendo al rey de España, que se tiene que fortalecer la certidumbre, la confianza y la estabilidad, pero ocultan que miles viven en la mayor de la pobreza, y que el desarrollo a que llegan muchas de estas naciones no está destinado a promover cambios políticos, económicos y sociales. Es hora de reivindicaciones, pero sin retoricas vacuas. ¡Ay!, se me acabó la tinta.