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La de este viernes puede ser la última cumbre telemática de los líderes europeos, después de tres meses de confinamientos y fronteras cerradas. Los Veintisiete se dedicarán esencialmente a una conversación preliminar sobre el plan de reconstrucción propuesto por la Comisión Europea y que se eleva a 750.000 millones de euros. Nadie espera un acuerdo, pero los más optimistas creen que existen posibilidades de que quede claro al menos cierto grado de consenso político que prepare las cosas para la reunión que muy probablemente será convocada para primeros de julio, esta vez ya presencial, y en la que empezarán las discusiones serias.

Fuentes diplomáticas europeas creen que la de este viernes será una reunión «de calentamiento» en la que se darían por satisfechos si las cosas no degeneran, teniendo en cuenta las posiciones de los cuatro países llamados «frugales» (Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca), que son los únicos que se oponen a que una parte de esas ayudas a los países más afectados por la pandemia sea en forma de subvenciones y no de créditos.

En su carta de convocatoria, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, no les pone una meta a los jefes de Estado o de Gobierno, más allá de recordarles la premura con la que están obligados a llegar a un acuerdo para que pueda ser ratificado por todos los países antes del primero de enero. Pero sí les recuerda que la pandemia ha hecho estragos en muchos países miembros y centra el asunto central en ese dilema de si las ayudas han de ser mayoritariamente créditos o serán a fondo perdido, además de las reglas de condicionalidad.

El plan que ha propuesto la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, consiste en que los países acepten un presupuesto europeo ordinario de 1,1 billones de euros para los próximos siete años y que le permitan endeudarse por otros 750.000 para un plan de reconstrucción económica para los próximos dos años. Esta emisión de deuda sería un caso extraordinario, inédito e irrepetible, y se pagaría, por parte de los países, en los próximos 30 años.

Las reticencias de los cuatro «frugales»

Los primeros ministros de los cuatro países reticentes publicaron hace tres días una carta conjunta en la que reconocen abiertamente que el plan de reconstrucción es necesario y que aceptan contribuir a su financiación, pero no están de acuerdo en que las ayudas que reciban los países más afectados sean a fondo perdido, a pesar de que se trata de Italia y España, que son dos países que ya están altamente endeudados.

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En privado, algunos diplomáticos de estos países han reconocido que no se esperaban que Alemania cambiara de opinión y se pusiera del lado de la propuesta de la Comisión junto a Francia. Es decir, que son conscientes de que cuando Francia, Alemania y la Comisión están de acuerdo, es muy difícil oponerse. Fuentes españolas asumen que hay «un consenso bastante general», aunque no necesariamente suficiente, porque en este caso se necesita el acuerdo de todos y cada uno de los países.

Para tratar de flexibilizar las posiciones, el presidente del Consejo cuenta con muchas palancas dentro del presupuesto plurianual, aunque en estos momentos nadie se atreve a hacer previsiones. Para una mayoría sería posible un acuerdo en julio; según el Gobierno holandés, habrá que esperar hasta el otoño.

Tomado de https://www.abc.es