Candidaturas a granel
La actividad política no puede ser excluyente. Tiene que dar la oportunidad a los representantes de todos los sectores. Ahora, tiene que haber reglas claras de juego; no es una fiesta, no es una diversión, ni es un relajo.
De repente parece que a personas ligadas a la farándula, el deporte y el espectáculo les interesa ser diputados, y se inscribieron en diferentes partidos. Lo cierto es que ninguna de esas mujeres y hombres del espectáculo se han destaco por sus obras sociales, o sus inquietudes en favor de la comunidad.
Pero tienen todo su derecho de buscar un cargo de diputado. Ya a ellos les tocará determinar en su fuero interno si sienten vocación de servicio social y político, o solo les interesa el salario mensual de un diputado, su barrilito y el salto social que podrían dar.
Vamos a jugar con las dudas, y que esos representantes del espectáculo y los deportes tienen inquietudes sociales, y que van a trabajar por su comunidad. Tienen primero que lograr el apoyo de los miembros de los partidos donde se inscribieron, y luego el voto popular.
Para ser serios, aquí hace falta representación popular entre los concejales y los congresistas. La política tradicional es que los lideres muevan los dedos, y que no les importe en lo mínimo los atributos del amigo que quieren proteger. Es una forma de hacer partidismo que tiene que ser sepultada en la República Dominicana.
Los sectores representativos no tienen voz ni voto en las cámaras, porque los legisladores tan pronto consiguen el cargo se olvidan de ellos. Hay que abogar para que a los frentes de masas se les den cúrules, para que desde allí se encuentren en posibilidad de enfrentar los problemas de su segmento de clase.
Hay que permitir representación a los obreros, a los profesionales medios, a las amas de casa, a los campesinos, a los defensores del medio ambiente: gente que no está de lleno metida en el partidismo, pero que son entes políticos que necesitan tener voz y voto, y que sean agentes de primer nivel en las soluciones.
Ser regidor, síndico o diputado no es un lujo ni una fiesta. Los que aspiren al cargo lo deben tener bien claro. No es un escalón para conseguir popularidad que se re-invierta en sus carreras personales. Si carecen de experiencia partidista y política, por lo menos deben tener decoro, responsabilidad y honradez a toda prueba. ¡Ay!, se me acabó la tinta.