Dinamarca propone enviar a un islote a los migrantes que el país rechaza
El Parlamento aún tiene que dar luz verde a la polémica medida, impulsada por el Gobierno de coalición de centroderecha y los xenófobos del Partido Popular Danés
Dinamarca ha entrado con fuerza en la campaña electoral. El Gobierno de coalición de centroderecha (liberales, conservadores y moderados), con el apoyo de la ultraderecha xenófoba del Partido Popular Danés (PPD), ha propuesto aislar, entre otros, a los inmigrantes a los que se les haya denegado el asilo y no se les pueda deportar a su país de origen. El destierro está previsto que se inicie en 2021 y una cárcel en desuso de la pequeña isla de Lindholm, de siete hectáreas (70.000 metros cuadrados), será el nuevo destino para hasta 125 extranjeros entre los que habrá también criminales que hayan cumplido condena. Con este gesto el Ejecutivo danés continúa su camino hacia los comicios de la próxima primavera, plagado de guiños a las fuerzas más reaccionarias.
«La propuesta está enfocada a mantener la ley y el orden», explica el Gobierno en un comunicado que adopta el discurso de los escandinavos más ultras: Ley y orden era justamente el lema electoral de los neonazis Demócratas Suecos (DS) en las pasadas elecciones, en las que se situaron como la tercera fuerza política, aunque aún luchan por hacerse un hueco en el Gobierno. La euforia del PPD fue más allá y, junto a un vídeo publicado en Twitter en el que se muestra a un hombre extranjero llegando en barca a una isla desierta, dijo: «Los criminales condenados NO TIENEN NADA QUE HACER EN DINAMARCA. Hasta que no nos podamos deshacer de ellos, les trasladaremos a la isla de Lindholm, en la bahía de Stege, donde estarán obligados a permanecer en el nuevo centro de expulsión por la noche. Y habrá policía a todas horas».
Aunque el Folketing (Parlamento danés) deberá aún dar luz verde a la propuesta en una sesión que aún no tiene fecha programada, los planes para Lindholm ya se han incluido en los presupuestos de 2019, año electoral en Dinamarca y también en Bruselas, donde las fuerzas populistas eurófobas y xenófobas de la Alianza de las Naciones y la Libertad (ENF) gana peso e, incluso, han sobrepasado a la Izquierda Unitaria Europea e Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL), según el último sondeo de POLITICO.
También en 2019 se vaciará el pequeño islote para dar paso a las obras de acondicionamiento del antiguo centro penitenciario. En la actualidad no hay residentes fijos y la cárcel se había transformado en un laboratorio de investigación de la Universidad Técnica de Dinamarca (DTU). A pesar de que la medida depende de la última palabra de los 179 diputados, los impulsores son «optimistas», explica un funcionario del Ministerio de Inmigración que no quiere ser citado. Y admite que, aunque estas cuatro fuerzas se hayan puesto de acuerdo en la propuesta, «existen aún aspectos técnicos» en los que difieren y que podrían tumbarla.
De aprobarse, Lindholm se convertirá en el hogar de un máximo de 125 antiguos convictos extranjeros y de solicitantes de asilo cuyas peticiones hayan sido rechazadas o que hayan sido condenados por delitos penales o relacionados con las drogas y las armas, según el anuncio del ministerio. “No estarán detenidos”, advierte el Gobierno, aunque habrá presencia policial en el territorio. La isla está comunicada con el resto del país por un ferry que dura 20 minutos y que dejará de operar por las noches. “Con el nuevo centro de salida en la isla de Lindholm enviamos una señal de que [estos extranjeros] no tienen un futuro en Dinamarca”, dijo la ministra de Inmigración, Iner Støjberg, de Venstre, el partido liberal del primer ministro, Lars Løkke Rasmussen.
A pesar de la polémica, el país ya cuenta con dos centros de este tipo: el de Kærshovedgård, en el centro de la península de Jutlandia, y el de Sjælsmark, al norte de Copenhague, la capital del país de casi seis millones de habitantes. La particularidad del de Lindholm es que se encuentra en una isla, por lo que las comunicaciones y la llegada de provisiones se complicarán, además de que no habrá una integración social de sus potenciales residentes.
Las autoridades han ido cerrando cada vez más la puerta a los extranjeros en Dinamarca, uno de los países comunitarios con más trabas a la inmigración. Las cifras de llegadas y solicitudes de asilo se han reducido de manera considerable: de 10.722 en 2016, en plena irrupción en la Unión Europea de cientos de miles de refugiados que huían, sobre todo, de los conflictos en Irak y Siria, a tan solo 1.793 en lo que va de año, según las últimas cifras oficiales. Además, Dinamarca continuará con las excepciones a Schengen hasta mayo de 2019, por lo que seguirá haciendo controles en sus fronteras, especialmente en la que comparte con Alemania, al sur.
El Gobierno explica que con la medida se aumenta el conocimiento sobre quién está dentro del país y que, además, es “coherente” con sus políticas contra aquellos que “no son bienvenidos”. Varios diputados de la oposición han criticado públicamente la medida, como Morten Østergaard, del partido Social Liberal, que cree que se trata de un «gesto simbólico».
Además, el Ejecutivo va a limitar la reunificación familiar de inmigrantes residentes en el país. “Introducimos un techo a la reunificación familiar. Es crucial que Dinamarca no regrese a una situación como la de otoño de 2015, y un límite máximo de reunificación familiar es una clara señal de que existe un límite a la cantidad de reuniones familiares que Dinamarca puede sustentar”, insiste la ministra.