El aumento salarial
Con la economía dolarizada, hay que comenzar con un reajuste general de salarios, y parar el agiotismo y la inflación. La prima del dólar está bien en relación con el turismo, pero al 50 por uno es asfixiante para los dominicanos.
Se paga en pesos, pero todo es normado por el valor del dólar. Los productos alimenticios se fichan de acuerdo a la prima, aparte de lo que se lleva la especulación entre las garras. Dos cosas hay que hacer de inmediato: establecer un salario justo y controlar los precios de los alimentos, las medicinas y los servicios.
Han fracasado las últimas reuniones entre sindicalistas y empresarios para llegar a fijar un salario mínimo base. Los empresarios no quieren ceder, y las centrales sindicales demuestran su debilidad. Hay que pensar en que se podría necesitar una posición firme del Comité Nacional de Salarios, o el Ministerio de Trabajo, para tratar el tema salarial.
De acuerdo con las estadísticas del Banco Central la canasta alimenticia para una familia de clase media baja está cerca de los 30 mil pesos mensuales. Un empleado situado en ese categoría en la mayoría de los casos podría ganar el salario mínimo entre los diez y quince mil pesos mensuales.
El establecimiento de las tandas extendidas puede aligerar los sacrificios de las familias. El muchacho pasa el día entero en la escuela, por lo que la madre puede trabajar fuera de la casa. Además le suministran desayuno y almuerzo. A pesar de los fallos estructurales del sistema educativo, es muy buena la orientación de la tanda extendida entre los sectores de menores recursos.
El ahorro en estos momentos es una ilusión. La familia promedio se endeuda, coge fiao y va donde el prestamista que hace el papel de una vil sanguijuela. El aumento del salario mínimo no llegará en forma milagrosa, sino que hay que luchar por él.
Los patronos y los sindicalistas deben redoblar los esfuerzos por la paz laboral. Cuando se labora en armonía y comunión de esfuerzos, todos ganan. Con los sallari8os actuales la miseria avanza, aún entre los que están empleados.
Aparte hay que pensar en la legión de desempleados y chiriperos, los cuales no tienen nada seguro. Comen de acuerdo a las circunstancias, y si enferman, el único recurso es el hospital público.
El gobierno, los empresarios, los sindicalistas y hasta los desempleados, deben aunar esfuerzos para tratar de establecer un salario mínimo decente, y al mismo tiempo ampliar el paquete de creación de nuevos empleos. La sociedad está resbalando hacia el abismo, y hay que salvarla ahora mismo, mañana puede ser tarde. ¡Ay!, se me acabó la tinta.