Ley Electoral

Es mal augurio que se conociera a la carrera la Ley del Régimen Electoral. Cuando se exhibe una mayoría que puede ser aplastante, no hay garantías de que una ley se aplique justamente. Da la impresión que se dio un paso, para luego engavetarla.

Para aplicar una Ley de Régimen Electoral se necesita un cambio en la vida política nacional. No puede aplicarse una ley, si el plenario de la Junta Central Electoral es seleccionado en base a cuotas de los partidos políticos. La independencia queda mediatizada.

Tampoco se puede hablar de una verdadera Ley de Régimen Electoral si el Tribunal Constitucional es zarandeado también por las cuotas partidarias. Si no se cambia la forma elegir en la Junta y el Tribunal Electoral, esta nueva ley es un sainete.

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Los que fallan son los partidos, y el liderazgo nacional. Todos quieren que le asignen cuotas, y luego salen a la calle a proclamar interdependencia y valares institucionales. Haber conocido esta ley a la carrera, de forma atropellada, no es un buen síntoma. Si no se cumple algo tan simple como respetar la democracia y los reglamentos en la selección de los candidatos, como podemos pensar en acatamiento a un legajo y a varios párrafos.

Cada ciudadano tiene que ser garante de la democracia y la institucionalidad. Tenemos que comenzar a vivir en una convivencia donde el respeto sea total. Los reglamentos y las leyes tienen que estar por encima de partidos y de dirigentes. Las leyes son aprobadas en Republica Dominicana para tener el derecho a patente de corzo para violarlas.

Hay que mantener en alto el estandarte de lucha por los cambios al sistema de partidos. Eso no lo va a aportar una simple ley, a la que desde ya los principales partidos la miran de lado y la utilizaran para beneficios personales, y no para institucionalizar el sistema de votaciones. ¡Ay!, se me acabo la tinta.