Mirador Sur: de jardín a comercios
Una parte considerable de la zona que completó el conjunto del Mirador Sur, construida en los terrenos de lo que fue el campo de polo en época de Trujillo, no es hoy ni sombra de lo que fue en sus inicios. Edificada para viviendas familiares, es prácticamente un área de negocios. Los accesos a los edificios multifamiliares son estacionamientos o están bloqueados, cuando, en sus orígenes, eran abiertos para facilitar entradas y salidas hacia la avenida que conduce al hotel El Embajador, a la Sarasota o a la calle El Recodo.
La inseguridad, dicen, se ha apoderado de los pocos moradores que quedan en el complejo porque al lugar van y vienen innúmeros desconocidos.
Aseguran que los nuevos adquirientes se apropiaron de áreas verdes, han derribado paredes, la cancha deportiva está desierta. Se informó que estuvo en litis porque la usaban para estacionamiento. Ahora está impedida de entrar con cadena, por una parte, y llegar por la otra es recorrer un laberinto.
En la actualidad, lo que antes fueron hogares para el solaz, la reunión familiar, el encuentro con los vecinos o el juego libre y las correrías infantiles, se esfumaron para dar paso a oficinas de abogados, centros de salud dental, estudios de filmación, clínicas de estética y una interminable lista de restaurantes, por lo que esa hermosa vía que conduce hacia El Embajador, se mantiene ocupada por autos e insistentes parqueadores. La hermosa hilera de jardines que se observaba a los lados de esa pequeña arteria, la opacan automóviles y parqueos.
Hasta el centro comercial que completaba el conjunto, fue adulterado. Se recuerda que lo administraban inversionistas chinos, de Taiwán, algunos residentes en los condominios, y la mayoría emigró a Estados Unidos.
Esta plaza era de dos plantas, y en 1990 se inició un litigio con un exministro, hoy también funcionario, porque supuestamente hizo un deslinde ilegal, construido fuera de plano, y además levantó un tercer piso. Para poder tener acceso al parqueo, hizo una especie de “servidumbre forzada” (un paso que se deja para entrar a un terreno cuando no se cuenta con una salida directa) y se alegó que los terrenos eran ajemos.
La demanda llegó hasta 2016 cuando el Tribunal Constitucional falló a favor de los demandantes, y se eliminó, al menos, “la servidumbre forzada”.
Pero ese no ha sido el único pleito ante los tribunales. Se han presentado o están en curso otros por deslindes ilegales. Se acusa a un expolitico balaguerista de haber tenido acceso a un edificio completo de tres apartamentos; han cambiado el uso de suelo y lo más reprochable es que todo este desacato ha sido presuntamente aprobado por Planeamiento Urbano del Ayuntamiento. Se han hecho acusaciones por usos incorrectos, también, a varios exgenerales, según declaraciones.
Los doctores Deidamia Pichardo y Félix Hermida, habitantes primarios de los condominios, se constituyeron en baluarte de la defensa de los espacios, argumentando que se ha estado violando le ley de condominio, porque en esas obras no puede haber negocios. Pero sus luchas fueron infructuosas. Hermida se llevó a la tumba su decepción y la exjueza y reputada abogada ya no puede, desde su lecho de enferma, librar más batallas. Intereses poderosos los vencieron.
Carla Conde Freudenforff, su hija, abogada y socióloga, conserva toda la documentación que atesoró su madre para los casos: planos, sentencias, fotos, antiguos y nuevos propietarios, adulteraciones, gacetas, leyes… De niña creció en el sector y le fascina tanto que ya adulta adquirió un apartamento en un área de pocos conflictos de esa zona, que no se llama “Jardines de El Embajador”, sino Condominios, y están localizados en Bella Vista. Los constructores Aróstegui, Mera y Asociados, los definieron como “complejo habitacional”. Hay otros que no han sido afectados por el comercio.
Al principio. Estos edificios comenzaron a construirse aproximadamente en 1975, según Carla Conde. Fueron entregados en 1978. En el área cercana a El Embajador se levantaron tres bloques: unos para funcionarios medios del Gobierno, localizados en El Recodo-Sarasota, que dan tanto al hotel como a su calle de entrada.
Según Gaceta Oficial en poder de Carla, se construyó El Embajador II y detrás del centro comercial, El Embajador III.
“Los otros, construidos también por Balaguer, son grandes, multifamiliares”, describe Carla. Estos primeros tres eran más económicos, aunque no tan pequeños. Recuerda que su madre pagó diez mil pesos de inicial y las cuotas mensuales eran de 200. El valor total era 60 mil pesos pagaderos en 20 años.
Los apartamentos de El Recodo y la entrada a El Embajador eran 33 y la inquieta jurista tiene registrados los nombres de sus primeros dueños.
Todos son condominios de vivienda, por eso se ha considerado ilegal utilizarlos con fines comerciales. Muchos han sido destruidos en su totalidad para rehacerlos según la naturaleza del negocio, en violación a la Ley 5038 de condominio, de 1958, a la de Registro Inmobiliario, que es la 108-05, y a los estatutos del condominio.
“En el Registro Superior de Títulos de Santo Domingo, se hace constar la resolución del Tribunal Superior de Tierras la cual aprobó un registro de condominios para viviendas”, lee Carla para demostrar que “Jardines de El embajador se lo han puesto para disimular que hay comercios constituidos ilegalmente”.
Con sus recuerdos y toda la documentación que carga en dos pesados maletines, Carla pretende escribir un libro, “sorprendida por la corrupción y por cómo se viola ley en este país”.
“Niñez soñada”. En el centro comercial evoca la heladería San Remo. Y afirma que Balaguer entregó los apartamentos solo con las verjas que daban a la Sarasota. “Después El Embajador colocó mallas ciclónicas”.
“Todo eso era abierto, nosotros cruzábamos de un condominio a otro y al hotel El Embajador, del que éramos socios. Era una niñez soñada. El Embajador permitía membrecía y crecimos con piscina, cancha de tennis, jardines…. Cuando se iba el agua nos bañábamos en la piscina y en la zona de los vestidores, y durante los apagones íbamos a estudiar a El Embajador”.
Las denuncias y los reclamos de Carla Conde han sido publicados en Internet con nombres y apellidos de usurpadores e intrusos. En el caso de una acción ilegal de un senador de la República Dominicana, escribió: “Las fotos que se presentan son un ejemplo de la violación más bestial y reciente de cómo se destruye un área que es un pulmón de los terrenos más valiosos de la ciudad de Santo Domingo”.
Tomado de https://hoy.com.do/