Regionalismo peligroso
El clientelismo político nos va a llevar al zafacón. Debe detenerse el camino de crear a la carrera distritos municipales, municipios y provincias. Por el contrario, el país se debe abogar a una eliminación de tantas demarcaciones geo-políticas. Es una modalidad de líderes locales de partidos nacionales, buscar presencia electoral.
Ahora le tocó la partición a Santiago. Es un absurdo la creación del distrito municipal Santiago Oeste. Lo que se tenía era que fortalecer a Santiago como una unidad, y no buscar nuevos regidores, alcaldes y uno que otro diputado. Los partidos políticos están empantanados en su clientelismo.
Nada le aporta a Santiago este nuevo municipio, salvo el ego personal de los impulsadores de la nueva ley, y los que directamente se van a beneficiar con la misma. A los 250 mil habitantes de Cien Fuegos nada les va a dejar ese nuevo municipio. Seguirán en el mismo sitio, en el mismo lugar, y con los mismos dolores.
Aquí los que se llaman genios de la política, que no pasan de ser oportunistas, están jugando con la creación de municipios a la carrera, porque consideran que ello beneficia a sus partidos. Es una posible conveniencia momentánea, que inclusive se puede caer a largo plazo.
Ya tenemos el ejemplo del Gran Santo Domingo donde se establecieron nuevos municipios, que le quitaron fuerzas al tradicional Distrito Nacional. Muchos decían que ya la Capital era demasiado grande para ser manejada por un solo alcalde.
Pero lo cierto es que en esa división primo el sentido político, de tener por lo menos cuatro o cinco nuevos alcaldes, cargos burocráticos y un mayor accionar de los grupos patrocinadores.
La República Dominicana tiene demasiadas provincias, muchas de las cuales carecen de los recursos suficientes para subsistir, sino es que cuentan con el apoyo del sector oficial. Esa división medalaganaria no va a aportar nuevos empleos, no se tornara en la edificación de otras escuelas u hospitales, no pondrá fin a la violencia generalizada, ni excluirá a la miseria.
Estamos ante el festín de políticos irresponsables que por el beneficio momentáneo se les importa la unidad nacional. Lo trascendental no es estar dividiendo el país en más municipios y provincias, sino en lograr un amplio desarrollo nacional. Ahora, no se establece una gran unidad nacional, sino que el germen del regionalismo se le da nueva cara devastadora y peligrosa. ¡Ay!, se me acabó la tinta.