Rumanía traslada sus tensiones a la presidencia rotatoria de la UE
El que está comenzando será el semestre más crítico de la historia de la UE. Brexit en marzo, elecciones en mayo en las que las fuerzas antieuropeas saldrán reforzadas y asuntos apremiantes como el pacto sobe inmigración y los presupuestos comunitarios dominan una agenda ya crispada y a la que se suma la presidencia por turno de Rumanía, cuyo gobierno lleva meses abiertamente enfrentado con Bruselas por una reforma judicial impulsada en Bucares por el Partido Socialdemócrata (PSD).
Las autoridades comunitarias consideran que se trata de una reforma que dificulta la lucha contra la corrupción. El líder del PSD, Liviu Dragnea, que no llegó a ser elegido primer ministro por una condena por fraude electoral, espera proyectar la situación aprovechando el turno de Rumanía en la presidencia del Consejo. Aunque el ministro de Exteriores, Teodor Melescanu, ha prometido que «las diferencias políticas a nivel nacional y con la UE no serán exportadas a la presidencia europea», expertos como Luka Oreskovic, del European Council on Foreign Relations, aseguran que «Dragnea no cesará en unas medidas que disminuyen sus antecedentes judiciales y los de numerosos dirigentes del PSD y no desaprovechará la ocasión que se presenta de limpiar su imagen».
Tras su entrada en la UE, en 2007, Rumanía había hecho grandes progresos contra la corrupción, pero los dos últimos años han supuesto un serio retroceso, según Amnistía Internacional. El presidente del país, el conservador Klaus Iohannis, lo admite en sus discursos: «El único objetivo de este Gobierno es hacer escapar a Dragnea de la cárcel. No le interesa ni Europa ni los rumanos». Rumanía ha visto en los últimos meses las mayores olas de protestas desde la caída de Ceaucescu en 1989. Hasta 600.000 personas se han manifestado contra la despenalización de varios delitos de abuso de poder.
La primera ministra, la socialdemócrata Viorica Dancila, justifica por su parte la necesidad de hacer frente a los abusos judiciales, pero ella es solo la extensión de Dragnea, condenado en junio a más de tres años de cárcel por cobrar subvenciones por la creación de empleos inexistentes en su partido y en cuya apelación influiría muy favorablemente la reforma penal. La oposición centrista presentó una moción de censura el mes pasado que solo consiguió 161 votos de los 233 necesarios. «Cada hora que pasamos con Dragnea y Dancila en el poder es una amenaza», insistió, impotente, el impulsor de la moción y líder de la Unión Salvar Rumanía, Dan Barna.
Integración de Serbia
Este frágil Gobierno y en este contexto de tensión es el que recibe ahora el relevo de Austria en la presidencia comunitaria, fijando por cierto como prioridad del semestre la integración de Serbia y los Balcanes occidentales en la UE, según el ministro Melescanu, que la pasada semana ya se reunió con su homólogo serbio Ivica Dacic y con la primera ministra Ana Brnabic para calentar motores. «Les aseguro que colocaremos a los Balcanes occidentales como una de las máximas prioridades de la presidencia rumana», aseguró.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker ha reconocido públicamente dudar «de la capacidad de Rumania para asumir la presidencia rotatoria» y que «el Gobierno de Bucarest aún no ha entendido completamente lo que significa presidir los países de la UE. La acción prudente exige también la voluntad de escuchar a los demás y la firme voluntad de poner sus propias preocupaciones en un segundo lugar. Tengo algunas dudas a este respecto y sobre su dificultad para presentarse como una unidad compacta» en Europa.