Voto chatarra
Van a evento en evento, haciendo bulto, son los mismos, normalmente jjóvenes ligados con alguna samas de casas que incluso van con sus niños cargados, recordando aquellas haitianas que inundaban la capital y Stgo pidiendo en las esquinas, para colmos, niños alquilados también.
Llenan los espacios, políticos de la vieja escuela de la masividad a base de esperanza y corazón, que no entendieron que ellos mismos pusieron precio a la asistencia a los eventos, va desde 200 pesos hasta 500, no es cierto que te dan picapollo.
El candidato a quien le muestran una masa que le aplaude, luego de cobrar, antes o después, se podría, por aquello de que candidato viene de cándido y cándido de iluso, llenar su mente creyendo que le importa a esa gente pero la verdad es que ni le conocen ni les importa conocer, solo les importa cobrar… gracias a que los políticos convirtieron las elecciones en un comercio persa.
La prensa, cómplice, muchas veces insípida, se queda en la foto protocolar sin mirar las sillas si están ocupadas o la gente se va, mientras que sobre los eventos vuela un dron al que nunca se puede acceder a sus filmaciones.
En la antigua Roma, cuando un general legaba de sus conquistas, en medio de la bulla, tenia un personaje que le susurraba al oído que todo eso era mentira y hoy, tiene que existir liderazgo para los escenarios uno recorrer las sillas de los asistentes y luego que se acaban los compañeritos, encontrar aquella otrora militancia que no te preguntaba «dame lo mio» para tomarse el tiempo y asistir.
Por desgracia, el voto vale uno, no importa si es de un compañero que lleva treinta años militando, agarrando lucha, vejaciones, olvidos, o el de un picapica que luego de cobrar tu evento tiene que irse corriendo porque debe asistir al del contrario.
¿Quién ganará las próximas elecciones,¿el que conquiste el corazón de ciudadanos con propuestas o el que desembolsará millones que, por cierto, lo gasta para después lapidando las arcas públicas, recuperar su dinero?.
No hay partido pulcro, todos lo hacen, unos más unos menos… a los candidatos o candidatas les toca la tarea de no creerse dioses pues el aplauso que le dan, cuesta 500 pesos sin impuestos incluidos.
Por Fernando Buitrago